Decía un profesor alguna vez que el final de la llamada "transición" daría término a la política de los consensos, dando lugar al debate y el disenso y así, a la extinción de las grandes alianzas.
Y sin embargo, aquello que se esperaba que ocurriera como algo que se nota que ocurre, tal cual una revolución, un decreto a lo transantiago o un terremoto, con hora y lugar del suceso, no ha sido así.
Más bien se ha producido un "dejar que el tiempo pase", que las generaciones pasen, que los personajes mueran. Y de fondo va quedando todo el sedimento de políticas, instituciones y formas de hacer las cosas acomodadas a una condición permanente de agradar a todos.
Y cuando se intenta agradar a todos es como intentar abarcar todo. Y el que mucho abarca poco aprieta. Así de sencillo.
La DC ha sido un verdadero estorbo para los partidos más progresistas de la Concertación. Y lo ha sido porque se niegan a cualquier cosa que pudiera atentar contra el equilibrio consensual.
Y los acuerdos no siempre son buenos en política. La mayoría de la veces, especialmente en política, se obtienen resultados muy mediocres. Leyes impracticables, instituciones inservibles, cuoteos obligados, etc. Y esto lo único que logra es que cunda la confusión, la apatía y la ignorancia. Hasta el punto de que a muchos les dá lo mismo por quien votar, así que pone su voto en venta, por un favor, un pituto o una falsa promesa. Por último, vota por el cartel más grande.
A muchos ciudadanos les dá lo mismo la tendencia política... "consumen" política como quien compra papas en la feria. Uno o le compra al feriano más gritón o al casero de siempre. También hay los que compran por recomendación... pero el que recomienda se aprovecha muy bien de decirle al papero que le ha recomendado para que le haga una rebajita o le ponga una yapa.
Porque comprar papas no es llegar y comprar.. no no... cualquier papa no sirve para un buen puré. Habrán los que no les guste el puré o les dé lo mismo con qué papas se lo cocinen... esos dan lo mismo. Al fin de cuentas el que no come puré se pierde algo grandioso de la vida.
Asímismo, quien gobierne un país no dá lo mismo. Y a los que no les interese, ya lo ha dicho Aristóteles, o son bestias o son dioses. Y si hay quien se crea un dios, o es loco o es idiota.
El ciudadano promedio obtiene su política principalmente a través de los medios masivos. Se educa con cahuines de pasillo, o con lo que le contó la vieja de la esquina. Pero principalmente la obtiene a través de campañas asépticas y libres de confrontación, que prometen pura paz y maravillas, centradas en los "grandes temas de interés social"... (1) Seguridad, (2) Empleo... (3) Cualquier otro según las encuestas del día.
¿Y qué muestran los noticieros?... lo mismo. O sea, se ayudan mutuamente al sembrar paranoia.
Y siempre, siempre se ofrecen soluciones "concretas"... sin ningún estudio concreto. Pero suena bonito eso.
Y el día de las elecciones una gran parte vota por el rostro, por su simpatía y las campañas grandilocuentes y fantásticas. Otros, porque el personaje habla golpeado. Otros porque creen que agradarán al patrón (del fundo). Se vota con el estómago... se vota con el corazón. De la razón, ni hablar...
Y pocos piensan en lo que hay detrás, en las gigantescas diferencias ideológicas. Ni siquiera saben qué es eso. Pero aunque las oculten y todos intenten mimetizarse con todos, las diferencias existen... creo.
Y la filosofía desaparece un poco más.
Y de paso, el mundo entero se apaga un poco más, y la telaraña ignorante lo cubre todo un poco más.
De eso se alimentan todos los partidos políticos populistas, inclusive la Democracia Cristiana, que es uno de tantos tumores de la Concertación (sin olvidar ese club de rostros y figurillas que se llama PPD) y todo este esquema político que nosotros apoyamos cada vez que nos vemos obligados a votar en contra "de" y que fomentamos al hacernos los lesos cuando pasan cosas que podrían hacer tambalear a cualquier autoridad en cualquier país.
Y es que la dictadura nos adiestró muy bien. Más que mal tuvieron todos los recursos y el tiempo para hacerlo.
Aprendimos, por ejemplo, a permanecer callados frente a la arbitrariedad, a aceptar el enriquecimiento de los más ricos y el empobrecimiento de los más pobres*(que no tiene que ver con cuánto tienes necesariamente, sino con algo de lo que ni siquiera nos preocupamos un poco, eso a lo que PNUD le llama Desarrollo Humano).
Estamos acostumbrados a la política de camarilla, a que las cosas son como son y a que nada podemos hacer para cambiarlas.
Hemos sido perfectamente educados para asumir la propia mediocridad y convertirla en virtud. Y de paso confundimos el concepto de la resciliencia que se enseña tan profusamente hoy en día y lo convertimos en un aprendizaje para vivir sin traumas, sin dolor, sin compasión, sin fe, sin confianza. Y lo peor, sin voluntad.
Y nos hemos transformado en un pueblo débil, que permite que el lumpen gobierne las calles. Que los flaites decidan por donde podemos y no podemos pasar y hasta qué hora.
Mientras tanto elevamos cada vez más la altura de los cercos, les agregamos púas, fierros afilados, las electrificamos, colocamos cámaras, contratamos guardias, entrenamos perros y nos sentimos cada vez más inseguros. Y en la tele las dos terceras partes del noticiero son crímenes cometidos a la vuelta de nuestras casas y nos enseñan a estar paranoicos.
Y nos encerramos en nuestro "perfecto y seguro" mundo privado. Y nuestra ventana al mundo es la tele (hoy dígase internet). Y trabajamos todo el día, y la mitad del resto del tiempo andamos en la micro. Lo que queda de tiempo lo usamos para enajenarnos de cualquier forma. Y de pasada no nos juntamos con el vecino, porque creemos que el vecino es un idiota. Seguro que el vecino piensa lo mismo de tí.
La educación, por otra parte es "buena" como el yogur... super buena... y le pedimos a nuestros hijos que estudien como nuestros padres nos lo exigieron a nosotros... y salvo excepciones, creemos que ese sólo hecho les cambiará la vida. Pero tenemos prisa, así que no alcanzamos a explicarles cómo tienen que estudiar. Quizá tampoco sepamos. Y nos basta con ver las notas. Y estamos orgullosos con el cabrochico de 5º básico que pasó con un 6. Y lo premiamos. Tal vez se merezca el premio... ¿pero qué premiamos?
Mientras tanto, nuestros hijos aprenden en la tele que educarse es tan, pero tan fome... y que basta con la nota. Total, eso es lo que nos importa como padres y lo que nos da tanto orgullo. Para el cabrochico es puro pasar de curso y listo. Con la nota se compra cualquier cosa cuando se es niño.
¿Y qué premiamos?... copy paste, copy paste... en el mejor de los casos el premio se lo merece el editor del Icarito.
Pero no importa, porque parece que aprender es malo. Mejor no saber tanto. No sea cosa que me pidan que haga algo muy trabajoso... puro pasar de curso, no aprender. Que otro sepa. No... yo no.
Y viendo tele (entiéndase como cualquier medio de desinformación) aprendemos que todo se compra, la educación, la salud, la seguridad... todo.
Desde chiquititos aprendemos que todo tiene un precio, la ética, los valores, los principios, y por supuesto, los políticos. Y todos, de arriba a abajo nos corrompemos un poquito más cada día, porque al fin de cuentas, qué le hace el agua al pescado.
Y todo tiene otros nombres o significa otras cosas o tiene apellidos.
Por ejemplo, el pueblo ahora es "gente" y la derecha no es "tradicional" y los políticos no son políticos, son "servidores públicos".
También a los crímenes se les llama "excesos", a los asesinos "héroes" y a los que piensan distinto "comunistas".
La corrupción es corrupción si son más o menos 100 millones.
Si es más, se le llama "licitación" o "buen negocio", y si la coima le toca a uno, mucho mejor.
Si son menos de 100 millones, son "irregularidades".
El Bien Común es el "Bienestar de Pocos".
Al adoctrinamiento mediocre y servil se le llama "educación" y a cualquier grupo de flaites rompiendo todo se le llama "protesta" o "manifestación".
Los derechos humanos son sólo una frase, y el que la use es comunista.
La dictadura se llama "régimen", y el que diga dictadura es comunista.
El que diga que los pobres son fabricados por las derechas (porque hay 2 derechas: una de derecha y una que es igual, pero que dice que es de izquierda incluyenso aquellas que por efecto mediático les incomoda ser izquierdas y actúan como derechas para agradar un poco más), el que diga esto también es comunista.
Y si uno le dice eso a los comunistas, le dicen a uno que es de derecha... ¡no hay derecho!
Y al desconcierto político se le llama "Concertación".
A un grupúsculo de empresarios y dueños de fundo con alto poder adquisitivo ($) de conciencias que se ponen de acuerdo sólo para estar en desacuerdo con todo y a punto de agarrarse a combos se le llama "Alianza".
El partido popular (¿como la cuarta o como el Colo Colo?) es la UDI.
Y la Democracia Cristiana no se comporta en democracia y parece cada día menos cristiana.
Y así, suma y sigue.
Pasamos de ser personas (sujetos de derecho), a beneficiarios, luego clientes y ahora somos usuarios, como si todo eso significara lo mismo. Pero somos sujetos de derecho si nos mandamos un condoro, no para tener derechos. Y el que alegue, es comunista.
Y sin embargo, aquello que se esperaba que ocurriera como algo que se nota que ocurre, tal cual una revolución, un decreto a lo transantiago o un terremoto, con hora y lugar del suceso, no ha sido así.
Más bien se ha producido un "dejar que el tiempo pase", que las generaciones pasen, que los personajes mueran. Y de fondo va quedando todo el sedimento de políticas, instituciones y formas de hacer las cosas acomodadas a una condición permanente de agradar a todos.
Y cuando se intenta agradar a todos es como intentar abarcar todo. Y el que mucho abarca poco aprieta. Así de sencillo.
La DC ha sido un verdadero estorbo para los partidos más progresistas de la Concertación. Y lo ha sido porque se niegan a cualquier cosa que pudiera atentar contra el equilibrio consensual.
Y los acuerdos no siempre son buenos en política. La mayoría de la veces, especialmente en política, se obtienen resultados muy mediocres. Leyes impracticables, instituciones inservibles, cuoteos obligados, etc. Y esto lo único que logra es que cunda la confusión, la apatía y la ignorancia. Hasta el punto de que a muchos les dá lo mismo por quien votar, así que pone su voto en venta, por un favor, un pituto o una falsa promesa. Por último, vota por el cartel más grande.
A muchos ciudadanos les dá lo mismo la tendencia política... "consumen" política como quien compra papas en la feria. Uno o le compra al feriano más gritón o al casero de siempre. También hay los que compran por recomendación... pero el que recomienda se aprovecha muy bien de decirle al papero que le ha recomendado para que le haga una rebajita o le ponga una yapa.
Porque comprar papas no es llegar y comprar.. no no... cualquier papa no sirve para un buen puré. Habrán los que no les guste el puré o les dé lo mismo con qué papas se lo cocinen... esos dan lo mismo. Al fin de cuentas el que no come puré se pierde algo grandioso de la vida.
Asímismo, quien gobierne un país no dá lo mismo. Y a los que no les interese, ya lo ha dicho Aristóteles, o son bestias o son dioses. Y si hay quien se crea un dios, o es loco o es idiota.
El ciudadano promedio obtiene su política principalmente a través de los medios masivos. Se educa con cahuines de pasillo, o con lo que le contó la vieja de la esquina. Pero principalmente la obtiene a través de campañas asépticas y libres de confrontación, que prometen pura paz y maravillas, centradas en los "grandes temas de interés social"... (1) Seguridad, (2) Empleo... (3) Cualquier otro según las encuestas del día.
¿Y qué muestran los noticieros?... lo mismo. O sea, se ayudan mutuamente al sembrar paranoia.
Y siempre, siempre se ofrecen soluciones "concretas"... sin ningún estudio concreto. Pero suena bonito eso.
Y el día de las elecciones una gran parte vota por el rostro, por su simpatía y las campañas grandilocuentes y fantásticas. Otros, porque el personaje habla golpeado. Otros porque creen que agradarán al patrón (del fundo). Se vota con el estómago... se vota con el corazón. De la razón, ni hablar...
Y pocos piensan en lo que hay detrás, en las gigantescas diferencias ideológicas. Ni siquiera saben qué es eso. Pero aunque las oculten y todos intenten mimetizarse con todos, las diferencias existen... creo.
Y la filosofía desaparece un poco más.
Y de paso, el mundo entero se apaga un poco más, y la telaraña ignorante lo cubre todo un poco más.
De eso se alimentan todos los partidos políticos populistas, inclusive la Democracia Cristiana, que es uno de tantos tumores de la Concertación (sin olvidar ese club de rostros y figurillas que se llama PPD) y todo este esquema político que nosotros apoyamos cada vez que nos vemos obligados a votar en contra "de" y que fomentamos al hacernos los lesos cuando pasan cosas que podrían hacer tambalear a cualquier autoridad en cualquier país.
Y es que la dictadura nos adiestró muy bien. Más que mal tuvieron todos los recursos y el tiempo para hacerlo.
Aprendimos, por ejemplo, a permanecer callados frente a la arbitrariedad, a aceptar el enriquecimiento de los más ricos y el empobrecimiento de los más pobres*(que no tiene que ver con cuánto tienes necesariamente, sino con algo de lo que ni siquiera nos preocupamos un poco, eso a lo que PNUD le llama Desarrollo Humano).
Estamos acostumbrados a la política de camarilla, a que las cosas son como son y a que nada podemos hacer para cambiarlas.
Hemos sido perfectamente educados para asumir la propia mediocridad y convertirla en virtud. Y de paso confundimos el concepto de la resciliencia que se enseña tan profusamente hoy en día y lo convertimos en un aprendizaje para vivir sin traumas, sin dolor, sin compasión, sin fe, sin confianza. Y lo peor, sin voluntad.
Y nos hemos transformado en un pueblo débil, que permite que el lumpen gobierne las calles. Que los flaites decidan por donde podemos y no podemos pasar y hasta qué hora.
Mientras tanto elevamos cada vez más la altura de los cercos, les agregamos púas, fierros afilados, las electrificamos, colocamos cámaras, contratamos guardias, entrenamos perros y nos sentimos cada vez más inseguros. Y en la tele las dos terceras partes del noticiero son crímenes cometidos a la vuelta de nuestras casas y nos enseñan a estar paranoicos.
Y nos encerramos en nuestro "perfecto y seguro" mundo privado. Y nuestra ventana al mundo es la tele (hoy dígase internet). Y trabajamos todo el día, y la mitad del resto del tiempo andamos en la micro. Lo que queda de tiempo lo usamos para enajenarnos de cualquier forma. Y de pasada no nos juntamos con el vecino, porque creemos que el vecino es un idiota. Seguro que el vecino piensa lo mismo de tí.
La educación, por otra parte es "buena" como el yogur... super buena... y le pedimos a nuestros hijos que estudien como nuestros padres nos lo exigieron a nosotros... y salvo excepciones, creemos que ese sólo hecho les cambiará la vida. Pero tenemos prisa, así que no alcanzamos a explicarles cómo tienen que estudiar. Quizá tampoco sepamos. Y nos basta con ver las notas. Y estamos orgullosos con el cabrochico de 5º básico que pasó con un 6. Y lo premiamos. Tal vez se merezca el premio... ¿pero qué premiamos?
Mientras tanto, nuestros hijos aprenden en la tele que educarse es tan, pero tan fome... y que basta con la nota. Total, eso es lo que nos importa como padres y lo que nos da tanto orgullo. Para el cabrochico es puro pasar de curso y listo. Con la nota se compra cualquier cosa cuando se es niño.
¿Y qué premiamos?... copy paste, copy paste... en el mejor de los casos el premio se lo merece el editor del Icarito.
Pero no importa, porque parece que aprender es malo. Mejor no saber tanto. No sea cosa que me pidan que haga algo muy trabajoso... puro pasar de curso, no aprender. Que otro sepa. No... yo no.
Y viendo tele (entiéndase como cualquier medio de desinformación) aprendemos que todo se compra, la educación, la salud, la seguridad... todo.
Desde chiquititos aprendemos que todo tiene un precio, la ética, los valores, los principios, y por supuesto, los políticos. Y todos, de arriba a abajo nos corrompemos un poquito más cada día, porque al fin de cuentas, qué le hace el agua al pescado.
Y todo tiene otros nombres o significa otras cosas o tiene apellidos.
Por ejemplo, el pueblo ahora es "gente" y la derecha no es "tradicional" y los políticos no son políticos, son "servidores públicos".
También a los crímenes se les llama "excesos", a los asesinos "héroes" y a los que piensan distinto "comunistas".
La corrupción es corrupción si son más o menos 100 millones.
Si es más, se le llama "licitación" o "buen negocio", y si la coima le toca a uno, mucho mejor.
Si son menos de 100 millones, son "irregularidades".
El Bien Común es el "Bienestar de Pocos".
Al adoctrinamiento mediocre y servil se le llama "educación" y a cualquier grupo de flaites rompiendo todo se le llama "protesta" o "manifestación".
Los derechos humanos son sólo una frase, y el que la use es comunista.
La dictadura se llama "régimen", y el que diga dictadura es comunista.
El que diga que los pobres son fabricados por las derechas (porque hay 2 derechas: una de derecha y una que es igual, pero que dice que es de izquierda incluyenso aquellas que por efecto mediático les incomoda ser izquierdas y actúan como derechas para agradar un poco más), el que diga esto también es comunista.
Y si uno le dice eso a los comunistas, le dicen a uno que es de derecha... ¡no hay derecho!
Y al desconcierto político se le llama "Concertación".
A un grupúsculo de empresarios y dueños de fundo con alto poder adquisitivo ($) de conciencias que se ponen de acuerdo sólo para estar en desacuerdo con todo y a punto de agarrarse a combos se le llama "Alianza".
El partido popular (¿como la cuarta o como el Colo Colo?) es la UDI.
Y la Democracia Cristiana no se comporta en democracia y parece cada día menos cristiana.
Y así, suma y sigue.
Pasamos de ser personas (sujetos de derecho), a beneficiarios, luego clientes y ahora somos usuarios, como si todo eso significara lo mismo. Pero somos sujetos de derecho si nos mandamos un condoro, no para tener derechos. Y el que alegue, es comunista.

No hay comentarios:
Publicar un comentario